domingo, marzo 27, 2005

sábado, marzo 12, 2005

Overture to a Dance of Locomotives

Men with picked voices chant the names
of cities in a huge gallery: promises
that pull through descending stairways
to a deep rumbling.
The rubbing feet
of those coming to be carried quicken a
grey pavement into soft light that rocks
to and fro, under the domed ceiling,
across and across from pale
earthcolored walls of bare limestone.
Covertly the hands of a great clock
go round and round! Were they to
move quickly and at once the whole
secret would be out and the shuffling
of all ants be done forever.
A leaning pyramid of sunlight, narrowing
out at a high window, moves by the clock:
disaccordant hands straining out from
a center: inevitable postures infinitely
repeated--
two--twofour--twoeight!
Porters in red hats run on narrow platforms.
This way ma'am!
--important not to take
the wrong train!
Lights from the concrete
ceiling hang crooked but--
Poised horizontal
on glittering parallels the dingy cylinders
packed with a warm glow--inviting entry--
pull against the hour. But brakes can
hold a fixed posture till--
The whistle!
Not twoeight. Not twofour. Two!
Gliding windows. Colored cooks sweating
in a small kitchen. Taillights--
In time: twofour!
In time: twoeight!
--rivers are tunneled: trestles
cross oozy swampland: wheels repeating
the same gesture remain relatively
stationary: rails forever parallel
return on themselves infinitely.
The dance is sure.


William Carlos Williams (de Sour Grapes, 1921)

viernes, marzo 11, 2005

(sin título, por ahora)

Tenés esa mirada falsa que no soporto, a pesar de que me ofrecés garrapiñadas y los colores de tu pelo me hagan reír un poco.
Mirá, flaquita, no me gusta que le des la espalda a mi cuerpo aunque tengas, sí, mi cabeza frente a vos. Date vuelta. ¡No, no dejes de mirarme! ¡Así no podemos hablar!Y encima ya no vigilás las garrapiñadas para que no te las roben. Yo no tengo manos, mis manos están allá, pero soy buenísimo robando cosas con la boca (lo hago desde chiquito). Que conste que te advertí.
¿Por qué te reís? No, me equivoqué, ¿por qué sonreís, mejor dicho? ¿Porque yo estoy acá y no estoy acá a la vez? ¿Porque de acá no me puedo mover y de allá no puedo pensar?
Al menos soy sincero, no mantengo falsas sonrisas para vender algo en lo que no creo. Seamos sinceros: vos debés odiar las garrapiñadas más que yo, pero no podés evitar la carita de comerciante, ¿no? Todo con tal de vender. Y sonreís para ver si me podés encajar garrapiñadas a mí, que las odio.
Y, sí, ya sé que debés pensar que vos estás pagando el pato por mi desgracia en este momento. Y sabés que cuando te vayas va a aparecer algún otro que me escuche hasta mandarme al diablo. Es que quisiera ser como todos, quisiera ser como antes. Quisiera ser uno, y no dos. No me gusta estar acá y estar allá al mismo tiempo. Y mejor date vuelta, que odio que me des la espalda, y ya no quiero verte más la jeta.

No saldrás impune

En el armario, ella se saca las ganas de pensar en soledad.
Raspa la pared , nerviosa.
Aún no sabe que la observan. Y sigue descascarando.
De pronto, la ve, a oscuras, en la pared blanca.
Con un puñetazo débil, pero suficiente, asesina a la pobre, sin pensarlo dos veces. La hormiga queda ahí, aplastada.
¨Quiero estar sola¨, reclama ella, como excusándose por su crimen.
Pero ya no estará tranquila.

martes, marzo 08, 2005

Algo así como "El cadáver"

Y tal vez las hormigas lo coman sin darse cuenta, o queriendo, o vaya a saber qué cosas les pasen por sus cabezas negras para cometer un acto tan atroz.
Pensar que él ahora está tan indefenso y antes era tan fuerte, tan seguro, hasta podríamos decir temerario.
Expuesto al sol desde hace unas horas, en pleno verano, tiene la piel roja como una manzana roja deliciosa (sí, brillante). Se moriría si se viera, si no estuviera ya muerto, claro.
La tierra es la única que no lo dejó. Los demás ya no están. Situación de abandono. Triste, ¿no?.
Fue abandonado por los que lo mataron (cosa bastante previsible, de todas formas), y por la mismísima Susana, su media naranja, su alma gemela. Es que Susana, mujer de mundo, no deja a éste ni por broma, así que prefirió llorar un poco, jurar no decir nada e irse con los amigos de su hermano, para no quedarse sola con el cadáver en el desierto y encima tener que hacer dedo.
Sí, viejo, estás muerto y lejos de tu casa. Y Susana se fue con esos tipos, y a resignarse, porque los muertos tienden a tener dificultades para moverse y hablar y pelearse con los amigos de los hermanos de las novias.
¿Y las hormigas? Las hormigas parecen tener hambre, pero también parecen tener miedo, ya que no se acercan. ¿o será que su intención no es comer carne humana?
Lo cierto es que los bichos lo miran, lo rodean y no dejan de observarlo. Y entonces nos damos cuenta de que en realidad lo están velando, de que sienten pena, y no hambre, de que no lloran, pero que están a punto.
Y qué bueno que sean las hormigas las que lo acompañen en este momento. Y esa Susana que se vaya a la mierda, y que los matones también, y que todos se vayan a la mierda, y que solamente queden las hormigas.