jueves, noviembre 10, 2005

Historia del gallo por partes/I

(Siguiendo la línea de la amiga de la casa, Pillow of winds, acá va una historia en partes. Con la parsimonia que me caracteriza, la iré completando)

Rebelión en la granja

Antolino Martín, un granjero de pro, tiene amoríos con una señora casada de una hacienda de por ahí. Por eso, aprovecha las mañanas, que es cuando el marido se va a la ciudad, para hacerle alguna que otra visita.
Como a Antolino le gusta mucho dormir, tiene el hábito de ponerle cuerda a su gallo para que kikiriquee recién a las nueve y media, y así poder ir a ver a la señora a las diez, hasta las doce, porque a las doce y cuarto llega el marido. Al gallo le revienta tener que kikiriquear tan tarde, cuando los otros gallos lo hacen a las cinco, porque es la hora en que las gallinas se ven peor (les encanta burlarse de las gordas) y además porque no les gusta dormir demasiado. Este gallo se despierta temprano, esa costumbre no la modifica ni loco, pero se aburre como un clavo en caja de herramientas hasta las nueve y media. Y detesta la ansiedad que le provoca tener el kikiriqueo a flor de piel todo ese tiempo.
Un día dice basta, basta de tanta opresión, de tanto laburo para un tipo que solamente le da unas pocas semillas mugrosas dos veces al día y decide empezar a kikiriquear a las cinco, como Dios manda.
Después de que esa noche el granjero le pone cuerda y se mete en su casa, el gallo le pide a un pato que cambie la hora. Con un poco de dificultad (el bicho debe realizar la operación con su torpe pico de pato), se logra modificar el horario para las cinco. Así es como nuestro héroe por primera vez en mucho tiempo (sí, hubo tiempos mejores...) canta cuando se le canta.
Antolino se levanta al escucharlo, y, como tiene confianza en el funcionamiento de su gallo, se prepara y se va, a pesar de que le extraña que el día esté un poco más oscuro de lo usual. Debe ser el sol el que no anda muy bien que digamos. No puede comprobar la hora que es porque jamás le gustaron esos avances tecnológicos como los relojes, que al final son puro aparato y de ninguna manera se asemejan a un recurso de la naturaleza, aunque el sol haya tenido algún desperfecto esta vez.
Así que, cuando llega a eso de las seis a la hacienda, entra sin golpear para darle una sorpresa a la amada y se encuentra con el esposo preparando el desayuno. Lógicamente, este señor no es ningún tonto, y ya de entrada se aviva cuando lo oye gritar a Antolino desde afuera "¡mi princesita, mi princesita!". Lo saca a las patadas de la casa, el muy celoso, y le advierte que nunca vuelva a pisar su propiedad. Antes de salir despedido, el granjero alcanza a verificar la hora en el reloj de la cocina: son las seis menos cinco.
Cuando llega a su casa, comprueba que el gallo cantó mucho más temprano de lo previsto y seguro de no haber sido él quien se equivocó al ponerle cuerda, decide comprar uno nuevo, reticente aún a adquirir un despertador.
El gallo se lamenta la llegada del nuevo compañero, más joven que él, más vistoso y al que Antolino Martín, el granjero de pro, le prodiga grandes cuidados. Sufre por tener que competir por las gallinas y por seguir comiendo semillas podridas mientras que al otro le dan de esas con gusto a tutti-frutti. Y lo que más le duele es que tiene vedado kikiriquear a fuerza de una expulsión o de servir de cena de fin de año.

3 comentarios:

Pillow_of_Winds dijo...

Antes que nada, quiero decir lo contenta que me pone ver una nueva entrada en este preciado y - por suerte ahora no - abandonado blog.

Por otro lado, pobre gallo!

Como persona de signo gallo me solidarizo con el pobre, aunque no me caiga tan bien el hecho de que se burle de las gallinas gordas.

Dicen que todo vuelve, no?

¡Saludos ventosos!

Nidesca dijo...

Nunca pensé que podría llegar a interesarme una historia sobre un gallo, pero tú lo has logrado. Empecé a leer por no dejar y luego me atrapó la atmósfera del relato (o de la granja). Espero la continuación.
Saludos

Explorando dijo...

jopo: prometiste parte 2 (que dices que ya esta lista) y terminar la 3!!

hazlo, porque no quisiera arruinar mis navidades sabiendo que ese gallo fue a parar al asador!!!