martes, enero 02, 2007

La palabra correcta

Ella se acerca a mí, con la cara llena de acné, porque es todavía joven. El delantal blanco, con puntilla y bolsillo canguro, parece moverse solo encima de ella. Se arrima, preocupada y me pregunta bajito:
- ¿Por qué no viniste ayer? Me pareció raro, vos nunca faltás.
- Se murió mi abuelo. – le digo, finito. Y ella no sabe qué decirme.
Un compañero, que hasta este momento fue para mí solamente una nuca, se da vuelta:
- ¡"Falleció", bestia!- me grita, indignadísimo, y vuelve a sus deberes.
Yo le grito, también, pero es como si no me saliera nada. Apenas unas pocas palabras que ahora, casi trece años después, las recuerdo como inventadas.

8 comentarios:

LV dijo...

Los días empiezan a ser calurosos. A veces es algo que me salva, como sentir que todo esto no es verdad. El día que se murió mi abuelo fue tibio y sin viento. Llegué a su cajón muy estimulado (había probado por primera vez el GH), a eso de las tres de la mañana. Me acuerdo del olor de las flores. Y de mi abuela que hablaba con su hermana y conmigo abajo de una luz muy tenue en una habitación de ahí al lado sobre los bichos del campo, los que eran lindos y los que eran feos. El día estuvo hermoso; yo estaba estimulado y me acuerdo de que volví con un solo pensamiento en la cabeza: hay que recuperar el valor de lo sagrado. Eso es lo único en que pensaba mientras miraba a mi abuelo en el cajón y sentía cómo unas gotas desconocidas hasta el momento me producían (en ese contexto) una extraña sensación de bienestar. Y después se hizo de día y la mañana estaba hermosa. Sin viento. Y toda una caravana de autos fue hasta el cementerio. Y yo volví con un solo pensamiento en la cabeza: hay que recuperar el valor de lo sagrado. Yo tenía el pelo teñido de negro. Un día antes, en el hospital, mi abuelo me había dicho: te queda mejor ese color de pelo, te queda mejor. Y me había sonreído muy flaco desde su cama. Y ese recuerdo, sumado a su cara muerta en el cajón, (que atestiguaba un pasaje de cera hacia otro lado, un brilloso desprendimiento del mundo), y sumado también a esa ficticia sensación de bienestar que me invadía, constituyó para mí todo lo que de sagrado puede haber sobre la tierra.

blanco dijo...

no, ando por acá. veo que vos agarraste otro ritmo. el tono surrealista es la constante de tus textos (o por lo menos siempre una lógica propia)

ando por acá: fijate.

andres alberto dijo...

quizá ya te lo dije pero me asombra últimamente tu capacidad productiva.

Josefina, ¿estás en tu mejor momento?

Bruno Fernández dijo...

Che, prolífica, tenés que ver el cine de Jarmus.

LV dijo...

no mantiene relacion con el post que comentás pero pienso que eso no es una condicion excluyente. la imagen augura un viaje (la estacion) y algo que se queda atras, no sé (vos con tu familia en un sierra de hace diez años) capaz también todo como un desastre NATURAL. lo más loco.

Anónimo dijo...

yo, nada.
vi luz y subi

Anónimo dijo...

la verdad es que no se que decir, me sacaron sus palabras de mi boca.
No importa creo que es lindo.

Anónimo dijo...

la verdad es que no se que decir, me sacaron sus palabras de mi boca.
Creo que esta muy lindo.